¡Hola Carthago Nova!

Las 'águilas' han arrebatado Qart-Hadast a los cartagineses, pero la celebración romana no culmina en campo de batalla. Hay que liberar a los rehenes, distinguir a Cayo Lelio, entregar las coronas murales y proclamar el inicio de un período de más de seis siglos bajo la 'Lex Romana'.



En la fachada del Palacio Consistorial tiene lugar el siguiente capítulo de los victoriosos romanos con un acto de veinte minutos dividido en tres capítulos. El primero es para liberar a los rehenes (con la condición de aliarse a Roma) que tenía Aníbal dentro de la ciudad, incluidos los nobles íberos, entre los que hay una joven a la que los legionarios ofrecen a Escipión, pero irrumpe su amado, el príncipe Alucio, y conquistador romano mostrará su clemencia accediendo a las peticiones de los amados y de la esposa de Mandonia, que también intercedió por la chica.



El otro acto fue la imposición de las coronas murales que Roma entregaba al primer soldado que cruzaba las murallas enemigas. En esta tierra, por única vez en la historia romana, se adjudicaron dos. Una para el infante Quinto Trebelio de la Legión IV y otra para el marino Sexto Digicio de la Legio II Navalis. Hubo una distinción más con una corona de oro impuesta al almirante Cayo Lelio por su brillante contribución en la conquista.



Cuando se ha dado carpetazo a todo lo relacionado con la batalla, toca 'marcar' como romana a la ciudad, para lo que el propetor proclama la ley de Roma para la ciudad, ahora llamada Carthago Nova, tomándose la licencia de ampliar la orden a que en el futuro se recuerde el gran éxito de Roma sobre Cartago con unas fiestas denominadas Carthagineses y Romanos.

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