'Ojalá todo vaya estupendamente por ahí...'

El hemiciclo de la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia ha acogido un tributo al poeta cartagenero José María Álvarez, recientemente fallecido. En el acto, organizado por la 'Fundación amigos de la lectura', tuvo lugar una mesa redonda donde los amigos del 'Novísimo', pudieron rendir homenaje a la figura del poeta y a su amplio legado.



Participaron poetas como Soren Peñalver, Dionisia García y Noelia Illán, así como el periodista Daniel J. Rodríguez y la Doctora Natasa Lambrou, ambos estudiosos de su obra.


Tras la mesa redonda, se entregó a la familia del poeta una placa hecha a mano con el verso manuscrito "Oigo los hierros de la Ilíada", y todos los asistentes recibieron a modo de facsímil un marcapáginas de La Isla del Tesoro, la mítica librería -ya extinta- que José María Álvarez tenía en la plaza del Icue en Cartagena y que fue lugar de encuentro cultural durante años.


Algunos amigos y familiares de Álvarez enriquecieron el acto llevando a cabo una sentida lectura de sus poemas, como fueron los ofrecidos por Natasa Lambrou y por Noelia Illán.


NATASA LAMBROU: Doctora en Filología Hispánica - Universidad de Murcia. También es tradcutora al griego moderno de la obra de José María Álvarez.  

Les voy a contar una memoria, la memoria del día que conocí a José María Álvarez. Pero antes de empezar con este primer encuentro, es necesario hablarles de otra persona, de mi padre. Mi padre murió el 1 de noviembre de 2008. Era un hombre culto, leía de todo, desde novelas y poesía hasta la enciclopedia en caso de que no había otros libros en casa. Mi padre era un bon viveur de ojos azules; le gustaba el buen vino, la compañía de sus amigos y hablar de todo; tenía conocimientos vastos a pesar de su humilde trabajo de taxista.

Conocí a Álvarez el 1 de noviembre de 2016, precisamente 8 años después de la muerte de mi padre. José María era un hombre culto, leía demasiado; era un bon viveur de ojos azules, le encantaba un vaso de un buen vino, un martini o un coñac…Ya habrán entendido los lazos que me impresionaron en mi primera visita de la Villa Gracia.

Con Álvarez teníamos en común la pasión por la cultura clásica, la poesía y la traducción como fuente de creación. Para él, Grecia era no solamente la cuna de la civilización, sino el mundo entero, la cultura, la educación, la democracia, en fin, el punto al que todos tenemos que regresar. Nuestras conversaciones en Villa Gracia siempre empezaban con una pregunta suya: Natasa, ¿cómo van las cosas por Grecia? Y de ahí yo le contaba las noticias aunque él siempre sabía muchas cosas de lo que pasaba en mi país. Y, un poco después, volvíamos a hablar de la Grecia Clásica, de lo que él conocía de sobra. Yo, por otro lado, sentía más a gusto hablarle de España. Pero allí también, él ganaba con creces aunque se supone que el mundo hispano es mi especialidad. Y eso- creo que no lo puedo explicar muy bien pero lo intentaré- eso es lo que nos hizo darle el apodo de Maestro, con la m mayúscula siempre; porque algunas palabras necesitan una mayúscula como por ejemplo la Primavera con la p mayúscula, el Arte con la a mayúscula. Algunas palabras deben estar escritas de una manera diferente de la que los diccionarios nos proponen. Venezia, por ejemplo, se escribe con c según los diccionarios, pero Álvarez la escribía con z. Aquel lejano 1 de noviembre de 2016 esa es la primera lección que me enseñó el Maestro: que las palabras cambian de ortografía según reglas diferentes de las que aprendimos en el colegio; las palabras tienen una historia, un sustrato, tienen un sentido más profundo de lo que les damos los filólogos y los lingüistas.

El Maestro conocía de casi todo, podíamos hablar horas eternas sin parar. A él, le encantaba enseñar, retransmitir su conocimiento y a mí, como a todos sus discípulos, me encantaba escucharle. A pesar del apodo un poco culto, un poco autoritario tal vez, Álvarez no era autoritario; escuchaba a sus amigos con mucha atención y respeto. Noelia Illán, su discípula más cercana, lo puede confirmar.

De todos modos, ahora que me lo pienso mejor, el apodo Maestro no me parece muy acertado. Álvarez intentaba proteger a sus discípulos, enseñarles la ruta correcta, guiarles hacia lo que para él tenía más importancia. A mí, me parece más una figura paterna que un Maestro. Pero, por otro lado, todos los maestros, todos los buenos maestros, encierran una figura paterna, un padre putativo. Sí, Álvarez podría ser un padre putativo para todos sus amigos y discípulos pero nunca un Pepe; porque un Pepe es muy corto para una persona tan pletórica, tan exuberante como él.

Conocía la obra de Álvarez desde el último año de la filología hispánica aunque me indagué más en los años que vinieron después de nuestro primer encuentro. En la universidad habíamos profundizado lo suficiente en el culturalismo como rasgo característico de todos los novísimos. Sin embargo, cuando conocí al Maestro, entendí que el término “culturalismo” encuentra en la figura de Álvarez la definición más exacta. La densidad de las citas exactas en el inicio de los poemas, -citas en francés, alemán u otras lenguas, a veces-, las alusiones y la intertextualidad en los versos alvarezianos son elementos que destacan en todos los poemas y creo que no se necesita una bibliografía académica para entenderlo eso. Ustedes también podrán pensar en muchas de estas citas del Museo de Cera, su opus magnum. El propio Álvarez decía siempre que estas citas tienen una función educativa, instructiva; quería que su lector buscara las citas para aprender algo de ellas. Y eso me lo dijo en un caso muy específico hablando de unas traducciones que había realizado de su poesía. Tengo como foto en mi mente una tarde en el salón de Villa Gracia con una taza de café… él, su querida esposa Carmen, su discípula Noelia, unos amigos más y yo hablando de su poesía entre otras cosas… Y yo le pregunto del tema de las citas porque mientras traducía los poemas de Álvarez, siempre buscaba las citas para entender la conexión con el poema, pero no quería traducirlas ni poner nota a pie de página. Y me dijo, -creo que puedo escuchar su voz-: Natasa, has hecho muy bien. Las citas se deben leer como las leería un lector español. Un español buscaría muchas de estas citas para entenderlas, estas citas están ahí para instruir, para enseñar, para hacer pensar. Entonces, prefiero que el lector de una traducción las busque también.

Así era el Maestro José María Álvarez. Maestro en todos los momentos de su vida. Maestro de los poetas pero también Maestro para los traductores. Protector, educador, instructor, un mentor verdadero… En fin, Maestro de los maestros.



NOELIA ILLÁN CONESA: Poeta y profesora de Latín y Griego. Discípula predilecta de José María Álvarez.

Querido José María:

Te escribo esta carta algo apenada, al mismo tiempo que dichosa de saberte, podríamos decir, desaparecido del combate. Hace meses que no recibo noticias tuyas, y aunque pueda en ocasiones preocuparme, no tengo dudas de que estarás disfrutando de tu estancia en el extranjero y los placeres que ello te provoca. Siempre has sido feliz en tus viajes, y éste -quizá el más importante- no podía ser menos.

Hace unas semanas me escribió Tácito, que como bien sabes no es muy asiduo al género epistolar, y en su misiva me contaba que te había visto por no recuerdo qué jardín, pero estoy segura de que sería alguno de esos donde los rosales florecen como girasoles, y dichosos notan posarse en sus pétalos las patitas de las abejas, un jardín donde pasean algunas familias, y sobre todo donde a lo lejos se ven hermosas muchachas, exuberantes dirías tú, que cruzan de camino al trabajo por los setos y árboles. Siempre has amado esos lugares.

También he recibido noticias de Virgilio, muy contento por la publicación de sus nuevas Geórgicas; dice que nunca ha sido fan de las segundas partes, pero su editorial se ha puesto pesada y ya tiene cerrado el contraro. Te manda muchos recuerdos, y lamenta que estando tan cerca no os hayáis encontrado. Dice que un par de veces le ha parecido verte en la librería esa de viejo, aquel antro repleto de viejas ediciones donde te refugias buscando tesoros, pero que por una cosa o por otra no se ha parado a hablarte. Ha dejado de fumar, me dice. ¡Qué cosas!

Quien no para de preguntarme por ti es Catulo; quiere venir a pasar unos días con nosotros. Dice que lo necesita, que está saturado de Roma, donde cada vez hay más ruido y caos. Ha vendido la casa del campo a la que solía ir con Lesbia, donde una vez tú estuviste con ellos de vacaciones, si no recuerdo mal, y ahora no tiene casa donde escaparse de la ciudad. Espero que cuando venga tú ya hayas vuelto, porque me apetecería mucho un encuentro con vosotros, que tan bien me habláis siempre el uno del otro. Está “en barbecho”, dice; no escribe un verso desde hace meses.

Tengo pendiente también escribirle a Horacio; sé que nunca os habéis llevado del todo bien, pero a tu regreso podríamos organizar alguna cena en Villa Gracia. Ha escrito un libro nuevo de Sátiras que creo que te gustará. En su última carta me cuenta lo bien que lo pasásteis en el Encuentro de Poetas Inmortales que organizabó Augusto. Es una pena que yo no pudiera asistir, pero las noticias que me llegan del encuentro se van convirtiendo también en esa mitología que os envuelve a los grandes. Me encantaría escucharos hablar de aquella época juntos. ¿Estuvo también el viejo Arquíloco? No tengo el programa a mano, pero tuvo que ser una maravilla. Homero ha sacado ahora -con la editorial “Épico hasta la muerte”- un libro donde cuenta los pormenores de aquellos días. Tengo que hacerme con él en breve.

En fin, querido, como tú siempre dices al despedirte: espero que todo vaya estupendamente por ahí, que te dejen fumar donde quieras y que siempre haya esa botella de armagnac abierta para cuando desees mojarte los labios. Por aquí los mortales te echamos de menos. Yo, por mi parte, no pasa un día en que no piense en ti, pero nos veremos más pronto que tarde.

PD. Ah, recuerda que en breve te mando por correo la bandera pirata que me encargaste. La he pedido por La Hispaniola Express, que son más baratos, y me llega directa desde Maracaibo. Espero que en tu nueva casa encuentre un lugar idóneo.


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