¡Pasen y vean...!
El circo de la saga Raluy, centenario y único en Europa que dirigen dos mujeres, llenó sus gradas en su estreno en Cartagena, donde cautivó al espectador con las acrobacias y agilidad de sus artistas, además de los espectáculos aéreos y un humor presente en las casi dos horas de espectáculo, donde no faltaron mágicas sorpresas o una rueda cargada de temores.
Circo-museo ambulante. Esta combinación de palabras ya atrae, pero si las aderezamos con que ya es centenario, que ha visitado más de treinta países o que es el único circo en España que luce el 'Big top Label', la máxima distinción de calidad del mundo circense que otorga el parlamento europeo, el interés se dispara hacia un espectáculo que ha llegado, por primera vez, a Cartagena.
¿Será tanto como dicen? Es una pregunta que muchas veces no hacemos ante algo desconocido envuelto en enormes perspectivas y cuya respuesta vamos a tratar de desvelar en este artículo. Nada más llegar ya nos alegra ver mucho público, que luego ratificamos al ver las gradas llenas. Está claro que la riqueza que aporta la vida a nuestros ojos 'sin pantallitas' sigue latente. Bien, volvemos a la entrada para adentrarnos en el museo, que es lo primero que se encuentra el visitante con locales de época (algunas con más de un siglo de avatares) sobre ruedas, algunos con tanto poder de atracción por su belleza como es el vagón de la cafetería, aunque en realidad son todos, pues hasta ir al aseo cautiva la vista. Además de vender productos, en ese túnel museístico hasta la carpa también puedes quedarte con cara de 'pasmao' tras pedirle al ilusionista chileno Rodrigo que te haga un truco de cartas totalmente pegado a ti.
Vamos al interior de la gran carpa con los tradicionales colores rojo y blanco listados. Dos horas y diez minutos dura el espectáculo, que incluye un descanso de 15 minutos (que resultan ser 20). Nada más empezar comienzan las sonrisas entre los espectadores, siendo el vaticinio de una velada en la que el humor estará omnipresente a través de Dimitri, Pietro y 'el jefe'. El primero, que fue el hilo conductor y presentador, se 'metió al público en el bolsillo' totalmente con su alocución, cargada de dobles sentidos y ocurrencias, como pedir, por poner un ejemplo, al público que pusiera en 'modo avión' a los móviles y a los niños. El segundo es el irresponsable y más inquieto de los artistas, teniendo el contraste en la seriedad del 'jefe', lo que generan enfrentamientos y persecuciones. Vendría a ser un cóctel entre los enredos de los históricos payasos y los monólogos y cómicos de los últimos tiempos.
El principio y el final del espectáculo es musical con todos los artistas llevando a cabo sendas brillantes coreografías (con coloridos y algo extravagantes vestuarios y ofreciendo ya muestras de números de agilidad), la primera más con ritmos tradicionales rusos y la última con toques marchosos discotequeros y la presencia de la bola disco más grande de nuestro país, compuesta por 25.000 espejitos, que pesa más de sesenta kilos.
'Circo Raluy Legacy' es fruto de una saga circense que tiene su origen en Luis Raluy Iglesia (de cuna francesa y niñez barcelonesa) cuya cuarta generación la integran las hermanas Louisa y Kerry Raluy, siendo la única empresa circense dirigida por mujeres que hay en Europa. ¿Por qué hemos metido esta cuña histórica?, simplemente porque la primera actuación es de una de 'las que mandan', en este caso, la nacida en Barcelona, Kerry, quien parecía tener manos por pies con los objetos que hacía mover con sus extremidades inferiores.
Más tarde fue Louisa quien ofreció una artístico número volador en una bola de estructura metálica.
Por cierto, dentro de este párrafo de legado histórico, que también pudimos ver (y aplaudir) a la quinta generación Raluy, con los hermanos Charmelle y Benicio, de 16 y 15 años de edad, brillar con sus acrobacias en un trapecio. Son las hijas de Kerry, mientras que Niedziela y Emily son frutos de Louisa, estando también inmersas en este tan singular mundillo. Hay saga para rato.
No queremos entrar en excesivos detalles de los números, pues merece la pena no acudir resabiados y encontrarse con sorpresas, como fue cuando el mago Rodrigo transformó dos muñecos de peluche en una urna de cristal, generando un gran "¡Ohhh!" entre los presentes, o el sufrimiento que trajo el último número con la actuación de los colombianos hermanos Valencia en las 'Ruedas de la muerte'. "No mires", pudimos escuchar a una madre decirle a su hijo, quien estaba temeroso de lo que podía suceder, pues en ese caso no había colchón o red de seguridad. Es más, tuvimos la ocasión de escuchar eso de 'Rogamos silencio por seguridad del artista' que potencia más el ambiente de tensión previa a verlo actuar con una capucha cubriendo su cabeza. Estremecedor. Ya hemos mentado dos espectáculos aéreos, a los que hay que añadir al 'Triplé' trapecistas que abrieron la segunda parte de la velada un espectáculo clásico que la gran mayoría de los asistentes no habíamos visto (nos incluimos) en vivo y que aderezaron con humor a través de Pietro, uno del trío y que también estuvo en una audición muy especial en la que se escabullía del 'jefe' para cantar con el público a lo Raphael, Bisbal o con rancheras.
Suponemos que ya se habrán percatado que nos gustó lo que vimos y mucho. Es evidente porque no criticamos nada y elogiamos todo, pero es que fue así, tanto desde nuestra perspectiva como la de diversas personas a las que preguntamos. Incluso, hubo quien decía que les estaba "gustando mucho a los niños", pero cuando le apuntábamos que también "a los mayores" enseguida sonreían y asentían con la cabeza. Es un espectáculo familiar creado desde una familia, los Raluy, tanto por los que están como por los que pasaron (la imagen del payaso Louis es la que figura en varios puntos de la pista y su nombre en grandes letras pone el broche a la velada).
Hubo más actuaciones, como dos chicas que parecían 'deshuesadas' por lo que hacían con sus cuerpos, un joven que derrochó agilidad y riesgo con una larga barra (que también se elevó a mitad de número) y se dieron más presencias de la magia de Rodrigo, que iba apareciendo en diversas fases, algunas entre el público, como también hicieron otros de los protagonistas del espectáculo, de quienes no podemos olvidar y sí resaltar que son artistas y 'curritos' en este pequeño poblado con ruedas. Lo mismo te venden un botellín de agua o cargan con objetos como que los ves volando por la pista.
Nos ha salido un poco largo el artículo, pese a que nuestra intención era hacerlo más breve (hemos omitido varios apuntes con ese fin) para invitar más a su lectura. La conclusión es clara. Merece la pena sentir un par de horas en 'modo circo' porque, como dijo Dimitri, ahí dentro "pasan cosas", dentro de un espíritu colectivo 'En el arte confiamos' ('In Art We Trus', dicho en lengua anglosajona), que es el título del espectáculo y todo un homenaje al arte en una de sus expresiones más atractivas.
PD. Detallazo final. En la pista, los artistas aplaudieron a los espectadores y en la salida formaron alineados para agradecer, con sonrisas, su visita.
🖌️ Texto en el que se respeta íntegramente contenido, redacción y ortografía, salvo en el titular y en la entradilla del artículo
Fotos KARMA21 - Imágenes de libre disposición siempre que sea para un uso saludable y que no perjudique a las personas que figuran en la fotografía. No está autorizada la publicación en revistas, diarios digitales y similares sin la autorización del autor, arriesgándose acciones legales la persona que no respete esta premisa. Es obligatorio reseñar la autoría, en este caso: cartagenadehoy.com = cartagenadefiestas.com / También se pueden adquirir a mayor calidad y en papel profesional de fotografía (no descolore) a precios muy módicos